Entrenar con calor puede parecer una locura, pero es más común de lo que crees.
Con la llegada del verano, muchas personas abandonan el gimnasio por miedo al cansancio, el sudor o simplemente porque el calor se convierte en una excusa. Sin embargo, entrenar con calor no solo es posible, sino que puede tener beneficios si sabes cómo adaptarte.
1. Ajusta tu horario
Entrenar con calor no significa hacerlo bajo el sol del mediodía. Cambia tus entrenamientos a primera hora de la mañana o al final del día. Así evitas las temperaturas extremas y aprovechas las horas más frescas.

2. Hidratación estratégica
Si ya es importante beber agua durante el entrenamiento, con altas temperaturas lo es aún más. Añadir electrolitos o agua con sales minerales puede ayudarte a evitar la fatiga y mantener el rendimiento.
3. Viste ropa adecuada
Elige ropa ligera, transpirable y de colores claros. Evita el algodón y apuesta por tejidos técnicos que favorezcan la evaporación del sudor.
4. Baja la intensidad… al principio
Tu cuerpo necesita tiempo para adaptarse a entrenar con calor. Reduce ligeramente la intensidad los primeros días y, una vez aclimatado, vuelve a exigirle lo que ya sabes que puede dar.

5. No dejes de moverte
Aunque el calor apriete, seguir entrenando te permite mantener la constancia y evitar retrocesos. Recuerda: lo importante no es entrenar duro, sino entrenar siempre.
2. ¿Cuándo empezar a entrenar? ¡En vacaciones!
Palabra clave objetivo: empezar a entrenar
Meta descripción: Aprovecha las vacaciones para empezar a entrenar. Descubre por qué este momento es perfecto para establecer una rutina fitness y mejorar tu salud.
Empezar a entrenar puede parecer más difícil cuanto más lo piensas.
Pero si estás de vacaciones, tienes la excusa perfecta para romper con la rutina sedentaria y poner en marcha tu cuerpo. Empezar a entrenar en vacaciones puede ser el cambio que necesitas.
1. Más tiempo, menos excusas
Sin la presión del trabajo o los estudios, las vacaciones te dan margen para probar nuevos hábitos. Aprovecha el tiempo libre para planificar y descubrir qué tipo de entrenamiento te motiva.

2. Comienza con lo que te gusta
Salir a caminar, clases colectivas, un poco de fuerza, nadar… Empezar a entrenar no significa levantar pesas dos horas. Empieza con algo que te divierta y hazlo cada día.
3. Menos estrés, mejor enfoque
Cuando no tienes la mente ocupada por mil tareas, es más fácil concentrarse en el cuerpo. Escúchate. Siente el movimiento, el progreso y los beneficios de entrenar con constancia.

4. Construye hábitos
Aprovecha para establecer una rutina realista: 30 minutos diarios. Y, cuando vuelvas a la rutina, solo tendrás que ajustarla, no empezarla de cero.
3. Septiembre no es volver, es subir de nivel

Septiembre suele significar “volver”.
A la rutina, al trabajo, al despertador… y sí, también al entrenamiento. Pero no lo pienses como empezar desde cero. Volver a entrenar en septiembre puede ser el comienzo de tu mejor etapa.
1. Haz recuento de tus logros
Antes de planificar, recuerda lo que ya has conseguido. Volver a entrenar es más fácil si sabes que tu cuerpo tiene memoria.
2. Marca tus objetivos
¿Perder grasa? ¿Ganar músculo? ¿Sentirte con más energía? Clarifica tu objetivo para que tu entrenamiento tenga dirección.
3. Ajusta el ritmo
No quieras recuperar en una semana lo que perdiste en dos meses. Ve de menos a más. Retomar progresivamente te garantiza menos lesiones y más motivación.
4. Crea una rutina con sentido
Establece días, horas y duración realista. Si sabes que solo puedes entrenar tres días, hazlo a fondo, pero sin presión.
5. Engánchate de nuevo
La clave de volver a entrenar es recordarte lo bien que te hace sentir. Y para eso, nada como empezar fuerte, pero disfrutando.