La ashwagandha, también conocida como Withania somnifera, es una de las plantas más reconocidas dentro de la medicina ayurvédica. Utilizada durante más de 3.000 años en la India, ha ganado protagonismo en la actualidad por su capacidad para ayudar al cuerpo a gestionar el estrés, mejorar el rendimiento físico y apoyar la función cognitiva.
Gracias a sus propiedades adaptógenas, esta raíz ayuda a equilibrar el sistema nervioso y fortalecer el organismo frente a situaciones de tensión o desgaste. En este artículo exploramos a fondo sus beneficios comprobados, cómo consumirla adecuadamente y qué precauciones tener en cuenta.
Origen y tradición: una planta milenaria
La ashwagandha proviene del subcontinente indio y ha sido una de las hierbas más utilizadas en el sistema de salud ayurvédico. Tradicionalmente se empleaba como tónico rejuvenecedor para aumentar la energía, mejorar la concentración y combatir la fatiga crónica.
Su nombre proviene del sánscrito y significa “olor a caballo”, haciendo referencia tanto a su aroma característico como a la fuerza y vitalidad que se le atribuye a quien la consume.

Beneficios comprobados científicamente de la Ashwagandha
1. Reducción del estrés y la ansiedad
Uno de los usos más populares de la ashwagandha es su capacidad para disminuir los niveles de cortisol, la hormona del estrés.
Un estudio publicado en Indian Journal of Psychological Medicine demostró que los participantes que tomaron extracto de ashwagandha durante 60 días experimentaron una reducción significativa en sus niveles de estrés y ansiedad, comparado con un grupo placebo.
2. Mejora del rendimiento físico y recuperación
Esta planta también ha mostrado efectos positivos en la fuerza muscular, la resistencia y la recuperación tras el ejercicio físico. Un estudio en The Journal of the International Society of Sports Nutrition reveló que los sujetos que consumieron ashwagandha mejoraron su rendimiento en entrenamientos de resistencia, aumentaron masa muscular y redujeron el daño muscular.
3. Refuerzo del sistema inmunológico
Gracias a sus propiedades antioxidantes, la ashwagandha fortalece las defensas del cuerpo, ayudando a combatir los radicales libres. Esto no solo mejora la salud general, sino que también previene enfermedades asociadas al deterioro celular y al envejecimiento prematuro.
4. Apoyo cognitivo y claridad mental
Las investigaciones también señalan que la ashwagandha mejora la memoria, la concentración y la función cognitiva. Se cree que su acción neuroprotectora se debe a su capacidad para reducir el estrés oxidativo en el cerebro y equilibrar los neurotransmisores.

Cómo consumir ashwagandha
La ashwagandha se presenta en diferentes formatos:
- Cápsulas o tabletas: fáciles de dosificar y llevar.
- Polvo: se puede añadir a batidos, zumos, yogures o infusiones.
- Tinturas y extractos líquidos: permiten una absorción más rápida.
- Té: menos concentrado, pero útil para consumo diario.
¿Cuál es la dosis adecuada?
Generalmente, se recomienda una dosis de 300 a 500 mg de extracto de raíz estandarizado, dos veces al día. Sin embargo, cada persona es diferente. Es aconsejable iniciar con una dosis baja e ir ajustando según tolerancia y necesidad, preferiblemente con supervisión médica.

Precauciones y posibles efectos secundarios
Aunque la ashwagandha es segura para la mayoría de las personas, pueden presentarse algunos efectos adversos, especialmente al consumir dosis elevadas:
- Malestar estomacal
- Náuseas o diarrea
- Somnolencia o sedación leve
Además, puede interactuar con ciertos medicamentos, especialmente aquellos para tratar:
- Hipotiroidismo o hipertiroidismo
- Ansiedad o depresión
- Enfermedades autoinmunes (por su efecto inmunoestimulante)
Consulta siempre con un profesional si estás bajo tratamiento farmacológico.
Conclusión
La ashwagandha es mucho más que una moda natural: es una herramienta ancestral, respaldada hoy por la ciencia, que puede ayudarte a equilibrar tu salud física y emocional.
Incorporarla a tu rutina puede marcar la diferencia si buscas reducir el estrés, aumentar tu energía, rendir más en tus entrenamientos o mejorar tu concentración.
Eso sí, como con cualquier suplemento, la clave está en la calidad del producto, la dosis adecuada y, sobre todo, en mantener un estilo de vida saludable que incluya ejercicio, descanso y alimentación equilibrada.